Suecia 1958: el fútbol cruza una nueva frontera
Mundial de 1958. Suecia significó un antes y un después para el fútbol global. Fue el primer torneo transmitido a todo el mundo por televisión en directo, el primero con cobertura sistemática para América Latina y Europa simultáneamente, y el debut de un muchacho que cambiaría para siempre la historia del deporte: Edson Arantes do Nascimento, más conocido como Pelé.
En ese contexto moderno, de avances técnicos, tácticos y mediáticos, el balón también fue protagonista. Por primera vez, se fabricó con estándares profesionales muy cercanos a los actuales, y su diseño fue clave en el desarrollo del juego ofensivo que caracterizó a esta Copa del Mundo. Su nombre: Top-Star.
El balón del mundial 1958 sueco que marcó época
A diferencia de ediciones anteriores, donde marcas extranjeras habían ganado terreno, la FIFA optó por un modelo de producción nacional en el marco de un concurso que evaluó 102 modelos. El balón seleccionado fue el que presentó la compañía sueca Sydsvenska Läder & Remfabriken, empresa que entregó 30 balones a cada selección.
El Top-Star fue innovador por su cuidada elaboración y regularidad. Se confeccionó con 24 paneles de cuero cosidos a mano en forma de rectángulo en zig zag, lo que le daba una estructura más parecida a los balones de voleibol. Era resistente al agua, de peso estable y fácil de controlar, incluso en terrenos difíciles. Su tono blanco o amarillo mostaza lo hacía más llamativo que las ediciones anteriores de color marrón cuero.
Pero quizás lo más importante fue su comportamiento en el aire: por primera vez, los jugadores notaban que podían colocar el balón con precisión desde larga distancia. Los arqueros lo sentían más difícil de controlar, pero los delanteros se enamoraban de su capacidad para deslizarse con suavidad por el césped.
Pelé y el nacimiento de un rey
La leyenda de Pelé comenzó en Suecia. Tenía apenas 17 años y jugó su primer partido en cuartos de final contra Gales. Luego brilló con tres goles a Francia en semifinales y dos a Suecia en la final. Cada uno de esos goles fue anotado con el Top-Star, que en adelante se transformó en un objeto mítico.
En la final, disputada el 29 de junio en el estadio Rasunda de Estocolmo, Brasil venció 5-2 a los anfitriones. Fue la primera vez que una selección sudamericana ganaba un Mundial en suelo europeo. El Top-Star rodó como testigo del nacimiento de una nueva potencia futbolística.
En los relatos de la época, se destacaba cómo el joven Pelé controlaba la pelota con suavidad, incluso en el área. El gol más recordado fue el cuarto de Brasil: recibió un centro con el pecho, lo bajó, se lo acomodó con un sombrero por encima del defensa y definió de volea. Todo eso con un balón que pesaba más de 400 gramos. Una joya técnica para la historia. El masajista de la selección norteña, Mario Américo, capturó un balón de las manos del juez francés Maurice Guigue, que está en el museo del fútbol brasileño.
Características técnicas del Top-Star
- Nombre completo: Top-Star
- Fabricante: Sydsvenska Läder & Remfabriken (Suecia)
- Material: Cuero tratado
- Paneles: 24 cosidos a mano
- Costura: Exterior, reforzada
- Peso: 420–445 g
- Color: Blanco o amarillo mostaza
- Tratamiento impermeable: Sí, con grasas y ceras
El diseño del Top-Star se mantuvo fiel a una línea tradicional, pero su ejecución marcó un salto cualitativo. El cuero fue seleccionado con un criterio mucho más estricto, y la manufactura fue sometida a pruebas de rebote, resistencia al agua y esfericidad. Por primera vez, un balón mundialista era testado en laboratorio con parámetros cuantificables.
Un Mundial de goles y precisión
En total se marcaron 126 goles en 35 partidos, una media de 3,6 goles por encuentro. Las selecciones comenzaron a aprovechar el control que ofrecía el balón para plantear ataques más verticales, con transiciones rápidas y remates de media distancia. Brasil, Francia y Alemania Occidental destacaron por su juego ofensivo, y el Top-Star contribuyó a esa dinámica.
Además, el balón tenía un comportamiento confiable en los tiros libres. Jugadores como Didi (Brasil) y Kopa (Francia) supieron sacar ventaja de su trayectoria estable. Si bien no se movía tanto en el aire como los modelos actuales, sí ofrecía un equilibrio inédito entre potencia y dirección.
El Top-Star fuera del campo
Aunque fue fabricado exclusivamente para el torneo, el Top-Star se popularizó rápidamente entre clubes europeos. Equipos suecos y alemanes comenzaron a usarlo en sus ligas locales. Incluso se replicaron copias del modelo en países como Checoslovaquia y España, con sutiles diferencias en peso y costura. Además, el modelo fue el balón de reserva para el siguiente mundial, el de 1962.
Años después, varias ediciones especiales salieron a la venta para coleccionistas. En la actualidad, el balón original es una pieza de museo. El Museo del Fútbol de Zúrich, el Museo del Deporte de São Paulo y el Museo del Fútbol Sueco exhiben ejemplares originales como parte de sus colecciones permanentes.
El legado técnico y simbólico
El Mundial de 1958 no fue el primero en usar el mismo modelo de balón para todos los partidos, pero su diseño con estándares uniformes de peso, diámetro y rebote, marcó época. Esta decisión sentó un precedente y consolidó la idea del balón como pieza fundamental del espectáculo. Además, dejó atrás definitivamente los modelos con cordones visibles, lo que mejoró la seguridad en el cabezazo.
En lo simbólico, el Top-Star es inseparable de la figura de Pelé. Las imágenes del joven brasileño llorando tras la final, abrazado a sus compañeros con el balón a los pies, forman parte del imaginario global del fútbol. Ese balón fue testigo del nacimiento de un ícono universal.
Un nombre que aún resuena
“Top-Star”. El nombre parece una premonición del protagonismo que tendría. No solo fue la estrella de los estadios, sino que ayudó a crear estrellas. Su presencia en Suecia 1958 es uno de esos detalles que, con el tiempo, se transforman en leyenda.
El fútbol cambió para siempre después de ese torneo. Y aunque muchos recuerdan las jugadas, los goles o las camisetas, los verdaderos aficionados saben que, sin el Top-Star, el espectáculo habría sido distinto.